martes, 29 de diciembre de 2020

domingo, 27 de diciembre de 2020

domingo, 13 de diciembre de 2020

Miyazaki Sensei

 


Copiar a los grandes maestros es una costumbre - o una disciplina- académica y dieciochesca. Hoy mismo lo leía en el Gombrich, cuando habla en su historia del Arte sobre los ingleses Reynolds y Gainsborough. Yo mismo me recuerdo en muy pocas ocasiones copiando un cuadro de alguien, por mucho que me gustase. Por otro lado, dan ganas a veces de dejarse llevar, y probar los caminos -los trazos- del maestro, en cierto modo de medirse, de sentir-reproducir las líneas ajenas como se interpreta una partitura. Yo diría que un 95% de los mis escolares que se interesan por el dibujo, lo hacen a través de la copia de motivos de los cómics y series -mangas y animes- japonesas. Por esta razón intento más o menos estar pendiente de lo que está de moda, aunque en lo que a mí respecta mi pasión por el género se reduce a un par de nombres, y si me pongo radical, tan solo a uno. Y como el maestro Miyazaki ya está bastante mayor y es un fumador empedernido, me preguntaba estos días cómo estaría pasando la pandemia y comprobé con alivio, que en el museo Ghibli hay un ambiente bastante distendido y que todos gozan de salud y buen humor. Y claro, de clic en clic aterricé en un esbozo de Nausicaä, y me dio la tentación de intentarlo. Y me atrapó y disfruté descubriendo otra vez cómo la magia de sus discretos dibujos está en los detalles, y de cómo la maestría está más en el saber observar que en la ejecución, y me enamoré otra vez de la princesa, que agotada tras la lucha, o quizá en una pausa entre batallas, se recupera sentada en una piedra pero sin abandonarse, con esa mirada cansada pero aún preparada para volver al tajo en cualquier momento, y lo ves en el gesto de las manos, las cuatro líneas del ojo y la ceja, el hueco entre el cuerpo encorvado y el brazo izquierdo... bueno, mejor veis el original :)